miércoles, 23 de abril de 2008

Diario de un (¿próximamente?) futuro inquilino. Día 2

Anoche mi cabeza no se apagó hasta entradas las cuatro de la mañana. Pude así terminar la novela que estaba leyendo: "Mañana en la batalla piensa en mí", de Javier Marías. Nada del otro mundo, pero no es una mala lectura para noches de ojos rojos y muy abiertos.

Esta mañana empezó tarde, si es que puede decirse de esta manera. Podría decir mejor que esta mañana nunca me encontró en estado de vigilia. De cualquier forma, elegiré la forma más concreta: no me desperté hasta pasado el mediodía.

Luego de un café breve (si es que ese calificativo puede aplicarse a una infusión matutina) partí con rumbo Caballito a ver qué me deparaba el Mundo Inmobiliario.

El primer departamento me sorprendió de entrada. Mejor dicho, por su entrada: una laja metálica que me hizo recordar las puertas que se ven dentro de los submarinos en las películas, o en la Fragata Sarmiento al pasear por su interior.

El departamento tenía algo de submarinesco: oscuro y algo agobiante. Sin visibilidad hacia el exterior. Ventanas pseudo fingidas que sólo dejaban entrar algo de luz. Ya lo he dicho: la visibilidad para mí es fundamental.

Agradecí entonces el tour edilicio (nada idílico) y me trasladé subterráneamente hasta Congreso.

Luego de unas breves pero reconfortantes ingestas en un bodegoncito de la zona, me acerqué al edificio: una entrada suntuosa con mármol y granito. Vidrios en las puertas y timbres con todos los botoncitos. La cosa prometía.

Ya decían nuestros abuelos que no hay que dejarse llevar por el exterior, y algo de razón tienen en este caso: al pasar el hall de entrada el edificio caía a pedazos (literalmente, al ver el revoque). El departamento -de buena luz, pero pequeño- cayó en la desgracia de alquilarse amueblado con un mobiliario antiguo y enorme, probablemente precioso para casas antiguas y enormes, pero que hacían agobiante el estar allí dentro. Además, daba aspecto a casa de viejo, perdonando la expresión.

Algo desilusionado, comencé a pensar que estaba siendo demasiado exigente, que por el dinero que pienso gastar nada hay demasiado interesante.

Afortunadamente el tercer departamento -nuevamente el barrio de Caballito- contradijo mi supuesto: un dos ambientes grande, luminoso, con linda vista y piso de madera. Esos lugares en donde uno puede pensarse, imaginarse dentro, transitando. Ya se han sucedido en mi cabeza fiestas, cenas, jornadas de trabajo, sesiones de piano y algunas cosas que omitiré por pudor.

Mañana me corresponde acarrear papeleríos a la inmobiliaria. Espero me acepten como inquilino. Yo ya he aceptado esa casa como posible hogar.

¡Deséenme éxitos!

1 comentario:

Manto dijo...

houses live and die; there is a time for building and a time for living and for generation
and a time for the wind to break the loosened pane
and to shake the wainscot where the field-mouse trots,
and to shake the tattered arras woven with a silent motto.

T.S.Eliot, four quartets
"la casa", Mujica Lainez