miércoles, 9 de abril de 2008

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Dormir puede ser el producto de una distracción,
como también puede serlo morir.

La profunda atención a la vida

es el espantapájaros del sueño y de la muerte.

El quehacer del hombre
es un programado ejercicio de concentración
para evitar que se disperse
la energía invisible que en un gesto amoroso

se reviste de luces en la flor y en los ojos
de cualquier criatura.


Es por eso que dormir y morir

no deben seguir siendo
la consecuencia de nuestro abandono,
sino el perfume más neto de la flor más despierta
y la mirada más lúcida del ojo más abierto.



Roberto Juarroz -
Poesía vertical 1958-1982

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