
Dormir puede ser el producto de una distracción,
como también puede serlo morir.
La profunda atención a la vida
es el espantapájaros del sueño y de la muerte.
El quehacer del hombre
es un programado ejercicio de concentración
para evitar que se disperse
la energía invisible que en un gesto amoroso
se reviste de luces en la flor y en los ojos
de cualquier criatura.
Es por eso que dormir y morir
no deben seguir siendo la consecuencia de nuestro abandono,
sino el perfume más neto de la flor más despierta
y la mirada más lúcida del ojo más abierto.
Roberto Juarroz - Poesía vertical 1958-1982
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