lunes, 17 de diciembre de 2007

Zoológico Personal V

A GÜEMES

Güemes en la plaza de Angastaco.

Ante su monumento

Sobre tu pedestal de roca viva
oteas cauteloso el horizonte,
cóndor que acecha desde su alto monte
del enemigo una señal furtiva.

Vendrá esta vez del Norte el godo artero,
cual tantas otras, pero no de día;
vendrá en la noche lloviznosa y fría
en que un Judas te vende por dinero.

-¡Padre salteño! por la espada herido,
huyendo, desangrándote en la oscura
senda del Chamical no quiero verte;

sino aquí, ya de vuelta del olvido,
viva, plasmada en bronce tu figura
con que tu gloria triunfa de la muerte.

Juan Carlos Dávalos (junio de 1940)

9 comentarios:

porlosaleros dijo...

entre bambalinas:
¿Qué habría sido de su poncho cuando le hicieron el retrato?
Tal vez era el traje sobrio ‘for eport’ y para su vida diaria prefería las chaquetas pinzadas y los colores modernos.
Ahora, ¿qué habría sido de sus brazos?

Pancho Rodríguez dijo...

no es éste el tipo que murió con una bala en el culo?. Guemes, heroe nacional, Guemes, heroe nacional!!!

Manto dijo...

que habra sido de sus hojos?
un cual alguno, comento que habian sido donados para que los niños del pueblo se entregaran a los vicios e la época, mataran el tiempo jugando a las canicas

Anónimo dijo...

Ya lo dice el viejo y conocido refrán: no hay canica como ojo de estatua de Güemes vestido de pürpura para hacerle honor al blog homónimo... es un dicho largo, por eso se dice poco.

Güemes murió desangrado, por una herida de bala... al ser hemofílico, nunca cicatrizó.

Por cierto, ¿sólo a mí la palabra hemofílico me suena a algo guarango?

Anónimo dijo...

El poncho, justamente, quedó entre bambalinas cuando Güemes -que de joven era actor- hizo una presentación de "Donde Judas perdió el poncho"... una producción yanquie con mucho despliegue y no-sé-cuántos actores en escena. Al saludar, al término de la última función, dejó el poncho apoyado en una de esas bolsas de arena que se usan para bajar y subir el telón, actuando de contrapeso. Parece que a algún operario le pareció divertido robárselo (ya sabemos cómo son los operarios). Cuando Judas volvió, ni rastros del poncho.

Años después el operario, arrepentido, se lo devolvió, pero para ese entonces ya le habían hecho su estatua púrpura para que luego los niños robaran sus ojos y brazos y pudieran jugar a las canicas y al béisbol.

Esa es, nietecita mía, la historia de esta estatua.

Opadromo dijo...

Y pensar ke dábalos es uno de los grandes poetas salteños. fuck. a Güemes habría ke escribirle un pornosoneto

Opadromo dijo...

Y pensar ke dábalos es uno de los grandes poetas salteños. fuck. a Güemes habría ke escribirle un pornosoneto

Anónimo dijo...

dábalos arroz a la zorra sola, bad

Lucía dijo...

¡qué buena palindroma Pablo!