Una vez vaga, hermana de otras dos veces, hace su casa de paja. La brisa sistemática de la mañana ruidosa enrutina sus paredes y las sopla como una pelusa molesta. La segunda vez, frívola, hace su casa de fósforos. Ante la primera chispa de envidia la casa se deshace en una llama y también la segunda vez, que tiene una viga en el ojo. La tercera vez, la vencida pero la precavida, hace su casa de ladrillos. Nada, ni el sucio pie capitalista puede desacomodarle una cortina.
Años y años de trabajo invirtió la tercera vez en su casa. La tercera vez ya es vieja y ni las paredes de ladrillo detienen a la muerte.
de Angie
jueves, 13 de septiembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario